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Originalidad vs. autoría: una relación tensa y necesaria

  • Writer: NATALIA I RIVERA-COLLAZO
    NATALIA I RIVERA-COLLAZO
  • May 20
  • 2 min read

En el proceso creativo siempre existe el interés por crear algo original y el deseo subsecuente de proteger la autoría de esa creación. La originalidad se concibe como el intento de producir algo sin precedentes similares, aunque —por razones que exploraremos— lograrlo no es una tarea sencilla. La protección de la autoría, por su parte, surge como una necesidad de preservar esa originalidad, evitando que otros se apropien de las ideas propuestas en la obra. A pesar de que ambos conceptos parecen proceder uno del otro, también pueden entrar en tensión: mientras uno busca innovación, el otro impone límites para defenderla.

La originalidad es un valor presente en todos los campos creativos, incluida la arquitectura. Implica el deseo de proponer ideas o conceptos nuevos. Sin embargo, lo primero que debe reconocerse es que crear algo puramente original —sin influencias previas— es prácticamente imposible. El proceso creativo se construye sobre ideas básicas influenciadas por el contexto cultural, histórico y personal del autor. Es decir, toda creación parte, en mayor o menor medida, de precedentes que contaminan esa noción de “originalidad pura”.

Aun así, es posible argumentar que de la imperfección puede surgir una forma genuina de originalidad. Esta imperfección puede ser deliberada —como en el caso de la improvisación— o accidental. El concepto de improvisación como método compositivo es desarrollado por Andy Hamilton en The Aesthetics of Imperfection Reconceived: Improvisations, Compositions and Mistakes, donde sugiere que el error o la espontaneidad pueden generar belleza inesperada. Otro ejemplo es el acto deliberado de dejar una obra incompleta, como se discute en el ensayo Nonfinito de The Society of Figurative Arts. En el ámbito arquitectónico, Luis Rojo de Castro reflexiona sobre cómo la diferencia entre el dibujo y la obra construida puede dar lugar a una imperfección accidental que transforma la obra final en algo distinto a lo proyectado originalmente (El dibujo, la copia y la invención [¿Nunca fuimos modernos?]).

En cuanto a la autoría, esta representa el deseo de preservar el dominio sobre el producto del proceso creativo. Aquí surge el debate de hasta qué punto una reinterpretación es lo suficientemente distinta como para no considerarse una copia. Una copia, por definición, viola los derechos de autor y desencadena un conflicto entre el autor original y quien replica la obra. No obstante, no siempre hay un único creador identificable: muchos conceptos han existido durante siglos, lo que complica rastrear su autoría. Esto nos lleva a la cuestión de qué nivel de inspiración o apropiación es aceptable sin caer en una transgresión.

Vemos entonces cómo la originalidad da origen al concepto de autoría, y cómo la autoría, a su vez, refuerza el impulso por producir obras originales. Ambos existen en una relación circular y tensa. Las estrategias como la improvisación, el nonfinito o la aceptación de la imperfección introducen formas de eludir esta tensión, generando obras únicas por sus propias idiosincrasias. Así, al hablar del contraste entre originalidad y autoría, es esencial reconocer que uno engendra al otro, y que ambos conceptos coexisten en un flujo constante, definiendo las fronteras —siempre borrosas— de la creación.

 
 
 

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