La salida de exploradores a conquistar nuevas tierras a principios del siglo XVI tiene un gran impacto en la arquitectura del “nuevo mundo”. En ella se comienza a reflejar la transculturación y la debilitación de las culturas locales tras la conquista de las culturas extranjeras. Italia se encuentra atrapada entre dos imperios que iban convirtiéndose más y más poderosos: el imperio español, que va a conquistar y tener una gran influencia en los territorios de América; y la conquista de territorios del imperio bizantino por el imperio otomano que va a influenciar territorios entre Europa y Asia. Este solape de culturas provoca una unión entre el conocimiento extranjero y el local que se ve reflejada en el dominio de los materiales, los estilos arquitectónicos y la planificación urbana.
En el borde de Europa y Asia se encuentra la ciudad de Estambul, conocida en la antigüedad como Bizancio o Constantinopla. Anterior a la conquista otomana esta era la capital del imperio bizantino. Durante la época pico de este imperio se realizan muchas grandes construcciones como hospitales, escuelas, viviendas e iglesias. La mas significativa siendo la gran iglesia Hagia Sofia. Esta fue construída mayormente en ladrillo y mortero y cuenta con un estilo muy bizantino: una basílica longitudinal con una construcción centralizada que apoya un gran duomo sobre dos semiduomos. Este gran duomo se ubica sobre unas ventanas que dejan entrar la luz y le dan la sensación de estar flotando. Con la llegada del imperio otomano esta iglesia, construída para el culto católico, pasa a convertirse en una mezquita, con nuevos minaretes, candelabros y una colección de caligrafía islámica. Para los otomanos este gran espacio no dejó de ser uno de los mas importantes en Istambul. De este modo, el museo que es hoy en dia Hagia Sofia cuenta con elementos romanos, de la cultura bizantina, pero a la vez con unos característicos de la cultura otomana.
Por otra parte, con la llegada de los españoles, en América residían culturas indigenas. Las mas preeminentes siendo la cultura maya, que habitó la región boscosa de Guatemala, Honduras y Yucatán, la cultura inca ubicada principalmente en Perú, y la azteca, en México. Estas civilizaciones imperiales se consideran las culturas precolombinas más significativas pues dejan un registro histórico en el arte y la arquitectura local de América antes de la colonización. Sus estructuras arquitectónicas eran construídas mayormente en piedra y adornadas con metales preciosos y con símbolos relacionados a sus creencias religiosas. Estos lugares eran impresionantes por su escala y magnificiencia. Sin embargo, con el comienzo de la transculturación en América, fueron derribados o adaptados estos antiguos templos para convertirse en iglesias católicas, ruinas u otros elementos que formaran parte del nuevo programa urbano europeo. Solo quedaron aquellos lugares que fueron abandonados con anterioridad tales como: Teotihuacán, Palenque y Chichen Itzá. El yacimiento indígena Technotitlán fue transformado para reforzar el estilo de vida europeo formando entonces Ciudad de México. Esto resulta en espacios que aprovechan los avances proporcionados por las culturas indígenas y son transformados de acuerdo a los intereses y necesidades de los conquistadores.
Es así cómo se van formando las ciudades que habitamos hoy en día. Podemos ver las diferentes influencias culturales en la planificación de espacios urbanos que siguen transformándose en la actualidad de acuerdo a las necesidades de sus habitantes. En estos lugares queda una huella de todas aquellas civilizaciones que de una u otra manera decidideron transformar un espacio conforme a sus creencias y necesidades. El choque cultural significa a la vez un intercambio de conocimiento que va añadiendo complejidad a los espacios y a su vez es un espejo de lo que sucede en la historia y una ruta a conocer el origen de las culturas del presente.
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